De vez en cuando es importante detenernos y descubrir que no hemos podido vencer todavía la dependencia a las cosas, pareciera que nos cuesta mucho el saber afrontar con decisión el desprendimiento, y nos acostumbramos a estar siempre acompañados por el apego. Almacenamos cosas que ni si quiera muchas veces utilizamos, y aquellas que si lo hacemos tratamos de que no se destruyan de que ojala fueran eternas. Algunas veces las guardamos como libros, papeles, recuerdos, cosas que han representado algo para nosotros. Lo que es más lamentable que no tomamos conciencia de que esas cosas una vez que abandonemos nuestra estancia, no nos las podemos llevar. Alguien escribía sobre esta dependencia de las cosas inútiles, expresando que el guardar cosas inútiles parece que lleva siempre implícito algún tipo de recuerdo o sensación importante en su momento y, aunque de vez en cuando hay que hacer limpieza, determinados recuerdos se “agarran” y no se desprenden jamás.
El alcance y relevancia de conservar cosos inútiles, lo hace evaluando lo externo, pero también lo interno, eso que nos cuesta desprendernos desde adentro y alcanzar el vacío. Usted tiene el habito de juntar objetos inútiles en este momento, creyendo que un día (no sabe cuando) podrá precisar de ellos?
Usted tiene el habito de juntar dinero solo para no gastarlo, pues piensa que en el futuro le podrá hacer falta?
Usted tiene el hábito de guardar ropa, zapatos, muebles, utensilios domésticos y otras cosas del hogar que ya no usa hace bastante tiempo...?
Y dentro suyo?... Usted tiene el hábito de guardar broncas, resentimientos, tristezas, miedos, etc.?
Espacios nuevos y espacios viejos.
No haga eso. Va en contra del progreso personal (PP, tema tocado en notas anteriores). Nos aferramos en una especie de rémora, a cosas y recuerdos. En vez de dejar que la vida avance con otras metas y objetivos más trascendentes y que nos generen más entusiasmo.
Es preciso crear un espacio, un vacío, para que las cosas nuevas lleguen a su vida. Es preciso eliminar lo que es inútil en usted y en su vida, para que lo nuevo venga. Es la fuerza de ese vacío que absorberá y atraerá todo lo que usted desea, si Ud. canaliza su voluntad para ello.
Mientras usted esta material o emocionalmente cargando cosas viejas e inútiles, no habrá espacio abierto para nuevas puertas que puedan abrirse en su vida.
La vida es esencialmente, movimiento y dinamismo. Los bienes precisan circular. Limpie los cajones, los armarios, el cuarto del fondo, el garaje. Haga circular lo que usted no usa más.
Reflexiones sobre esa predisposición de mantener siempre activa esa actitud de guardar un montón de cosas inútiles que aferra su existencia actual vida al pasado.
No son las cosas guardadas las que inmovilizan su vida, sino el significado de la actitud de guardar. También las consecuencias de ésa actitud.
Cuando se guarda, se considera la posibilidad de falta, de carencia. Es creer que mañana podrá faltar, y usted no tendrá medios de proveer sus necesidades.
Hay que saber descubrir el significado y consecuencias de los hábitos y actitudes que se hacen crónicas, inflexibles y anquilosadas. Hay que reflexionar autocríticamente sobre cada uno de nuestros hábitos y actitudes.
Con esa postura del guardar, usted esta enviando dos mensajes para su cerebro y para su vida:
** Usted no confía en el mañana.
** Usted cree que lo nuevo y lo mejor no son para usted, ya que se alegra con guardar cosas viejas e inútiles.
Deshágase de lo que perdió el color y el brillo y deje entrar lo nuevo en su casa... y dentro de si mismo...
Apego y desprendimiento.
Uno debe evitar el apego a las cosas, el darle fortaleza a la dependencia que de no sabérsela manejar da paso al sufrimiento, o al dolor cuando se pierden. Usar lo necesario, evitarse de recargar de cosas, simplemente identificarse cono lo que se usa constantemente. Hacerlo de tal forma que se disfrute, sin el temor a que ello se destruya, se pierda. Trate de evitar llenar tantos sus alforjas en este tránsito, úselas de tal manera, que le saque provecho, que las disfruta, sin dejarse manejar por sus trampas, por que ello le perjudica significativamente su crecimiento.
El valor del desprendimiento consiste en saber utilizar correctamente nuestros bienes y recursos, evitando apegarse a ellos y, si es necesario, ponerlos al servicio de los demás. El desprendimiento como valor se origina al reconocer que todos tenemos necesidades y que, en algunos casos encontramos personas con carencias. En cualquier situación debemos superar nuestro egoísmo e indiferencia para colaborar en el bienestar de los demás. No importa si es mucho o poco lo que hacemos y aportamos, lo importante es tener la conciencia de ofrecer algo, de aportar. En la generosidad que requiere el desprendimiento, no cabe el ofrecer algo que nos sobra.
Insatisfacción y vacío.
El valor del desprendimiento tiene que ver con varios aspectos, entre ellos: la importancia que le damos a las cosas, el uso que hacemos de ellas y la intención que tenemos para ponerlas al servicio de los demás.
En ocasiones vivimos y trabajamos sin descanso para poseer aquello que tanto nos ilusiona (autos, joyas, ropa, aparatos, etc.) y nuestra vida se mueve a ese compás, sin embargo, si no tenemos cuidado puede llegar el momento en que a pesar de la insatisfacción que nos produce llenarnos de cosas, pretendemos que éstas llenen un vacío interior. Empiece a sorprenderse que tan apegado se está a las cosas, a guardar objetos, recuerdos innecesarios, que dan paso al sufrimiento, afectaciones no solamente físicas, sino psíquicas.

El doctor Alfred Tomatis, un reconocido médico francés, se ha pasado los últimos cincuenta años estudiando las propiedades curativas del sonido y la música, y sus influencias en la creatividad e inteligencia. Ha puesto énfasis en lo que él llamó “Efecto Mozart”. Tomatis, en sus centros de audición alrededor del mundo, ha hecho pruebas a más de 100.000 pacientes, en relación a problemas de audición, trastornos del aprendizaje, e impedimentos vocales y auditivos. Uno de sus pacientes más conocidos fue Gerard Depardieu, el actor de cine. Hoy los espectadores conocen a un Depardieu que habla con una voz cálida y agradable, pero a mediados de los sesenta era un joven cohibido al hablar y que soñaba con ser un actor famoso. El hogar de Depardieu presentaba muchas dificultades familiares, él no había terminado sus estudios, tenía problemas consigo mismo, y era tartamudo. Aunque no lo crea... sí, tartamudo. Lo peor de todo es que cuanto más se empeñaba en hablar, más empeoraba su tartamudez. Hecho bastante frecuente, que prueba el efecto de la ansiedad sobre este problema.
Un profesor de arte dramático le sugirió que fuera al Centro Tomatis en París, donde conoció a Tomatis, el cual diagnosticó que la causa de las dificultades vocales y de memoria de Depardieu residían en profundos problemas emocionales y le dijo que podía ayudarlo. Depardieu le preguntó en qué consistiría el tratamiento, a lo cual Tomatis le respondió: “Durante las próximas semanas, quiero que venga aquí todos los días, durante dos horas, a escuchar a Mozart”. “¿Mozart?”, inquirió Depardieu, intrigado. “Sí, Mozart”, respondió Tomatis.
Bien, después de sólo algunas sesiones Depardieu comenzó a experimentar cambios positivos en su vida diaria (mejor apetito, dormía mejor, sentía más energía, comenzó a hablar con claridad). A los pocos meses Depardieu volvió a la escuela de teatro con una nueva confianza en sí mismo, y un nuevo equilibrio, y siguió así hasta convertirse en uno de los mejores actores de su generación.
“Antes de Tomatis”, dice Depardieu, reflexionando, “no podía decir ni una oración completa. Me ayudó a dar continuidad a mis pensamientos, y me dio el poder de sintetizar y comprender lo que pensaba”.
Los efectos de la música.
Tomatis encontró que, más allá de las preferencias del paciente, o su conocimiento sobre el compositor, invariablemente la música de Mozart calmaba al oyente, mejoraba su percepción espacial, y le permitía expresarse con más claridad. Mozart, descubrió, lograba los mejores y los más perdurables resultados, ya fuera en Tokio, Nueva York, o en la selva amazónica.
En la actualidad los científicos concuerdan en que hay muchos diferentes tipos de música que puede ser terapéutica. Algunas personas reaccionan bien al escuchar jazz o reggae. Otras se sienten mejor cuando escuchan canto gregoriano, o heavy metal. Pero últimamente los investigadores han confirmado –como Tomatis- que la obra de un compositor en particular, Wolfgang Amadeus Mozart, sobresale enigmáticamente entre todas las demás formas musicales por su poder de curar el cuerpo humano. A esta especial capacidad curativa la han denominado “Efecto Mozart”.
La música y su efecto curativo.
Los científicos empiezan a comprender no sólo que algunas formas musicales son más curativas que otras, con la música de Mozart en primer lugar sino que, además, empiezan a entender por qué.
En la China se producen composiciones musicales con algunos títulos muy curiosos, como por ejemplo, Obesidad, Constipación, o Insomnio. En las disquerías, también se puede comprar Hígado, Corazón y Pulmones. La mayoría de estas composiciones utilizan instrumentos tradicionales chinos, y la ejecución es perfecta. Los chinos “toman” esta música como si tomaran hierbas medicinales, para que los ayude a curarse de los problemas que se describen en el título del disco.
En Japón, para los dolores de cabeza recomiendan escuchar “Canción de Primavera” de Félix Mendelssohn o “Humoresque”, de Antón Dvorak. En los hospitales de la india se utiliza música hindú tradicional para ayudar a la curación.
Mozart y el cerebro.
El poder de la música de Mozart, llegó a la atención del público hace unos pocos años, especialmente a través de un cambio innovador en la investigación científica en la Universidad de California. En el centro para la Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria de esa universidad, un equipo de científicos empezó a investigar el efecto Mozart en los estudiantes universitarios y en los niños. La doctora Frances H. Bauscher y sus colegas llevaron a cabo un estudio en el que treinta y seis estudiantes de la Facultad de Psicología, después de escuchar durante diez minutos la Sonata para dos pianos en Re Menor (K. 448) de Mozart, obtuvieron de ocho a nueve puntos más en el test espacial de inteligencia (parte de la escala de Stanford-Binet).
Es posible que la música de Mozart haga “entrar en calor” al cerebro, señala Gordon Shaw, físico teórico integrante del equipo científico mencionado. Shaw sospecha que la complejidad de la música facilita ciertos intrincados patrones neuronales que intervienen en actividades mentales complejas como las matemáticas o el ajedrez. En cambio, la música simple y repetitiva puede tener el efecto contrario.
Bases neurofisiológicas.
En un estudio posterior, los científicos exploraron las bases neurofisiológicas de este efecto. Se prosiguió con los tests de inteligencia espacial, proyectando en una pantalla –durante un minuto cada una- dieciséis figuras abstractas semejantes a trozos de papel plegados. Estos ejercicios, que abarcaron a 69 estudiantes, deseaban establecer si ellos podían predecir cómo se verían las figuras cuando los pliegues se abrieran. Durante un período de cinco días, un grupo escuchó sonatas originales de Mozart, a otro simplemente no se le hizo escuchar nada –escucharon el silencio- y un tercer grupo escuchó una mezcla de sonidos, incluyendo música de Philip Glass, un cuento grabado, y música bailable.
Los investigadores informaron que los tres grupos mejoraron sus resultados entre el primero y el segundo día, pero el patrón de reconocimiento del grupo de Mozart se elevó al 62%, comparado con el 14% para el grupo del silencio, y el 11% para el de los sonidos mezclados. En los días siguientes el grupo de Mozart siguió con los mejores resultados. Al proponer una explicación para este efecto, los científicos sugirieron que escuchar a Mozart ayuda a “organizar” los patrones de “encendido” de las neuronas en la corteza cerebral, fortaleciendo especialmente los procesos creativos que se asocian con el razonamiento espaciotemporal. Llegaron a la conclusión de que escuchar música actúa como un “ejercicio” para facilitar operaciones asociadas con las funciones superiores del cerebro. En otras palabras: escuchar música puede mejorar nuestra concentración y nuestra capacidad de dar un salto intuitivo (incluido un “cambio 2”, de “doble ciclo” o radical).
Después de estos estudios, una cantidad de escuelas públicas introdujeron pieza musicales de Mozart como música de fondo, e informaron que lograron mejorías en la atención y en el desempeño de los alumnos.
Para comprender por qué la música, en general, puede curar, y por qué la música de Mozart es especialmente terapéutica para mucha gente, debemos comprender el sonido y su efecto en la materia física. Hans Jenny, un médico e ingeniero suizo, describe cómo el sonido y la vibración interactúan con la materia. Jenny demuestra que con el sonido se pueden formar intrincadas figuras geométricas. Por ejemplo, ha creado vibraciones en cristales con impulsos eléctricos y ha transmitido la vibración a un medio como un plato o una cuerda. También ha producido oscilaciones en líquidos y gases.
Las formas que se pueden crear mediante el sonido son infinitas, y pueden ser variadas simplemente cambiando su altura, la armonía del tono, y el material con que vibra. Cuando se agregan cuerdas, el resultado puede ser algo bello, o un caos. Un sonido OM bajo, por ejemplo, produce algunos círculos concéntricos con un punto en el centro; un sonido iii alto produce muchos círculos con bordes fluctuantes. Estas formas cambian instantáneamente cuando se toca una nota o un tono diferente.
Imaginemos, entonces, qué efectos pueden tener los sonidos en las células, los tejidos y órganos, que son delicados y formados por líquido en gran parte. Los sonidos que vibran forman patrones, y crean campos energéticos de resonancia y movimiento en el espacio que nos rodea. Nosotros nos vemos afectados por estos campos energéticos y éstos, sutilmente, alteran nuestro pulso, nuestra presión sanguínea, tensión muscular, temperatura de la piel, aliento, y otros ritmos internos.
Ha sido, en parte, mediante un trabajo de Linda Rodees, una psicóloga clínica, que los científicos, y los físicos en particular, han tomado conciencia de que las vibraciones que se transmiten mediante la música pueden afectar positivamente a un paciente, o afectarlo de modo negativo si no es la música adecuada para él.
Los alcances de la percepción musical.
En 1982, Rodgers empezó a trabajar en el hospital Mount Sinai, En Nueva York, y consiguió que le permitieran presenciar operaciones a corazón abierto. Allí comenzó a investigar la capacidad de escucha de los pacientes cuando aún se encontraban bajo anestesia total. Pronto pudo publicar una elaborada investigación que indicaba que, aún cuando no estén concientes, los pacientes siguen escuchando. Enano de los experimentos utilizó un gato anestesiado, cuyos canales en el electroencefalograma respondieron todos al mismo tiempo ante el ladrido de un perro. “Las fibras auditivas no son afectadas por la anestesia, de modo que siguen transmitiendo el sonido”.
Rodgers ha puesto en práctica sus ideas en los quirófanos. Para proteger a los pacientes, y ante la posibilidad de que durante la operación puedan escuchar ruidos perjudiciales u observaciones de mal gusto (y hasta insultantes) como, por ejemplo, “Esta vieja no cuenta el cuento”, Rodgers recomienda que, mediante audífonos, durante la operación, así como antes y después de esta, se les haga oír música seleccionada por los mismos pacientes. Dice que a medida que el paciente aprende a invocar el poder de la música “es razonable esperar un recuperación más rápida, con menos complicaciones y menor cantidad de días en el hospital, y una respuesta más positiva para enfrentar futuros problemas de salud”.
La Musicoterapia.
En el hospital Saint Agnes, en Baltimore, Estados Unidos, los pacientes en terapia intensiva escuchan música clásica. “media hora de música clásica produce el mismo efecto que diez miligramos de valium”, informa el doctor Raymond Bahr, director de la unidad coronaria.
** En la Universidad del Estado de Michigan, en 1993, los investigadores descubrieron que escuchar música durante 15 minutos aumentaba en más del 10% el nivel de Interleukina-1. Las interleukinas son proteínas que protegen a las células contra el SIDA y el cáncer.
** En la Academia de Ciencias de Bulgaria, y en institutos médicos en Sofía, el psicólogo Gaorgi Lozanov logró una mejoría en la capacidad de aprendizaje de los estudiantes haciéndoles escuchar instrumentos de cuerda. Loa alumnos aprendieron tareas complejas en un tiempo mucho menor del que se emplea normalmente. La instrucción de todo un semestre se redujo a unas horas.
** En los monasterios de bretaña los monjes ponen música a los animales que crían, y han descubierto que las vacas que oyen música de Mozart dan más leche.
Otras aplicaciones de la Musicoterapia.
El efecto terapéutico de la música se halla completamente expuesto en la obra más importante sobre el tema, el Tratado de Musicoterapia de Juliette Alvin. Se usa en los pacientes depresivos, con sus tonalidades energetizantes. En paciente maníacos o exitados, con sus modalidades más suaves. La música suave ayuda a mejorar insomnios no muy severos, particularmente si el paciente se habitúa a escuchar siempre el mismo tipo de música para la inducción del sueño.
El mencionado Lozanov, estudió muy profundamente el uso de la música para el aprendizaje de idiomas y para facilitación del estudio en general. Lozanos aconseja el uso de la música de sesenta negras por minuto, lo que equivale en la música clásica a los andantes o adagios. Los instrumentos más recomendaos son el cello, el violín o la flauta. Es muy útil que quien escucha no haga asociaciones o recuerdos con la música que escucha, por lo que se recomienda música agradable pero desconocida, haya su primera audición, por el paciente. Por su parte autores alemanes recomiendan un suave bongó, para el complementar el tratamiento del estrés. En lo cual han logrado muy buenos resultados.

“Todos estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo molde”.
Proverbio mexicano

En la medida que le prestamos atención a nuestras acciones, nos sorprendemos inatentos en la manera como a veces nos interrelacionamos, lo que ello origina, dará paso a retroalimentar nuestras debilidades en fortalezas y nos ayudara a que nuestro crecimiento personal nos favorezca.
El crecimiento personal es un proyecto de vida. Es una actitud persistente.Un plan a largo plazo en el cual hay que ir trabajando continuamente. Un sendero de tristes recaídas, pero también de muchísimos avances positivos colmados de satisfacciones.
** De nosotros depende como elijamos considerar nuestras experiencias, pero las ajenas son responsabilidad de sus respectivos dueños.
** En la vida es deseable poder establecer las diferencias reales en cuanto a lo que nos rodea. A menudo tendemos a percibir los efectos como si fueran las causas, o a ignorarlas totalmente, y esto nos otorga una percepción de la realidad que no es más que una apreciación subjetiva desde el punto de vista de la relatividad.
**Los seres humanos tenemos la tendencia a etiquetarlo todo en la vida y estas etiquetas no son más que un reflejo del estado de ánimo de las personas en el momento de expresarse. Una vez puesta una etiqueta, quien la saca?. Los seres humanos tratan de mantener las estructuras mentales que crean, excepto, si se las revisa con autocrítica y sabiduría.
**Mira detenidamente aquello que cruza por tu mente. Presta atención a cuáles son tus preocupaciones y qué las causan. Escucha a tus sentimientos y pregúntate porque sientes esto o lo otro, que te produce ira o miedo.
De nosotros depende como elijamos considerar nuestras experiencias, pero las ajenas son responsabilidad de sus respectivos dueños.
En la vida es deseable poder establecer las diferencias reales en cuanto a lo que nos rodea. A menudo tendemos a percibir los efectos como si fueran las causas, o a ignorarlas totalmente, y esto nos otorga una percepción de la realidad que no es más que una apreciación subjetiva desde el punto de vista de lo relativo.
Comienza entonces, un periodo de nuestras vidas en el cual nos volvemos conscientes de la relación que existe entre nuestras acciones y sus reacciones, permitiéndonos moldear nuestro comportamiento acorde con lo que esperamos recibir de la vida.
Si podemos lograr armonizar nuestros pensamientos, palabras y acciones, podremos realizar un cambio notable en nuestras vidas, volviéndose estas más sencillas y facilitándonos alcanzar nuestras metas y el compartir con las personas que nos rodean. Pues teniendo más armonía internamente es natural que esta se extienda a nuestro alrededor. Además de facilitarnos nuestros propios procesos mentales.
Comienza entonces un proceso de crecimiento interno en el cual nos volvemos cada vez más conscientes de nuestra responsabilidad en relación a la calidad de vida en nuestro entorno y de la capacidad que tenemos para lograr un cambio si nos proponemos tan solo poner nuestro esfuerzo conciente y responsable para mejorarla.
A medida que aprendemos a aceptar estas situaciones como lecciones para nuestro desarrollo, nos volvemos capaces de agradecer la oportunidad que nos brindan y darles la bienvenida reconociéndolas como los maestros que son. Con el pasar del tiempo, nuestro crecimiento nos hace capaces de reconocer que el peso que se coloca sobre nuestros hombros para mejorarnos nunca es mayor que nuestra fortaleza para soportarlo.
Entender que la vida es un constante aprendizaje te ayudará a tener una óptica diferente de lo que experimentas y a hacer más llevaderos cada uno de los momentos difíciles que tengas que afrontar. De esta manera le abres las puertas a una vida plena de vivencias productivas, con la que puedes crecer con el apoyo de experiencias y aprendizajes logrados.
Es menester utilizar la motivación de crecimiento personal en lugar del temor o los incentivos inadecuados.
Además de utilizar motivadores positivos, elimine los desmotivadores, tales como las pasividad y la inercia.
Entienda las diferentes necesidades que impulsan a los individuos; cada persona es única, con diferentes talentos y habilidades. Los moldes de nuestras mentes los creamos y mantenemos nosotros. A crearlos y perfeccionarlos. No basta con obtener las cosas, hay que mantenerlas y consolidarlas. Piénselo y aplíquelo en el diario vivir.

Malgastamos mucho el tiempo, en no prestar atención, en lo importante que es saber manejar nuestras energías, nuestras capacidades que se nos han legado, en estar atentos y sorprendernos. Lo miso que tan auténtico nos mantenemos y no nos hemos dejado contaminar por la persuasión que otros puedan generarnos.
Daniel Goleman nos hace referencia sobre el “fluir” de los trabajos de Mihaly Csiksszentmihalyi, psicólogo de la Universidad de Chicago que durante dos décadas de investigación ha reunido testimonios de desempeño óptimo. A ése respecto cuenta el caso de Diane Roffe Steinrotter, que obtuvo una medalla en esquí en los juegos olímpicos de invierno de 1994, quién comentó que al concluir su participación en una carrera de esquí, que no recordaba nada salvo estar inmersa en relajación, pero en una acción concentrada:” Me sentía como en una cascada”. En un relajado contacto con la tarea específica ¿Cuantas veces se ha encontrado usted en ese estado? ¿Le prestó atención a ello, qué sintió?¿Cómo explicarlo?¿Se sintió cansado en realizar alguna labor con la que se identificaba plenamente?, sería algunas interrogantes que se podrían hacer.
Las emociones positivas.
Lo cierto es, que en el estado de fluir, las emociones no solo están contenidas y canalizadas, sino que son positivas, están estimuladas y ligadas con la tarea inmediata. Quedar atrapado en el aburrimiento y la depresión (como sucede muchas veces) o en la agitación de la ansiedad significa quedar excluido del fluir motivante de la existencia.
Sin embargo, el fluir (o un pequeño fluir más tenue) es una experiencia que casi todo el mundo tiene de vez en cuando, especialmente cuando alcanza el desempeño óptimo o llega más allá de sus límites que se establecieron al inicio. Desde luego, el fluir es un estado de olvido de si mismo, lo opuesto a la cavilación y la preocupación. La persona que se encuentra en un estado de fluir está tan absorta en la tarea que está realizando, que pierde la conciencia de sí misma y abandona las pequeñas preocupaciones - la salud, la economía, incluso la preocupación por hacer bien las cosas de la vida cotidiana. Justamente en este sentido, el estado de fluir se caracteriza por la ausencia transitoria del yo. Paradójicamente, la persona que se encuentra en este estado, muestra un perfecto control de lo que está haciendo y sus respuestas guardan perfectas sintonía con las exigencias cambiantes de la tarea. Y aunque la persona alcanza un desempeño óptimo mientras se encuentra en ese estado, no le preocupa como está actuando ni piensa en el éxito o en el fracaso. Lo que la motiva es el puro placer del acto mismo. El placer de contactar plenamente con lo que se está haciendo y hacer bien, a veces llegando a la excelencia. Es una presencia presente plena (PPP) con lo que se contacta, para su propósito y con lo que se está haciendo en pro de tal propósito.
La absorción en la tarea.
Cabe destacar la referencia que al respecto comenta Goleman, de un compositor que describe los momentos en que su trabajo alcanza el punto óptimo: “Uno mismo se encuentra en un estado de éxtasis, hasta el punto de que se siente de que casi no existe”. “He experimentado esto una y otra vez. Mi mano parece desprovista de mi propio ser y yo no tengo nada que ver con lo que está sucediendo. Simplemente me quedo sentado, en un estado de admiración y desconcierto todo fluye por si mismo” expresa Mihaly Csiksszentmihaly. Hacer en contacto pleno, produce una sensación de distorsión del tiempo, por ejemplo, no sabemos exactamente cuánto tiempo hemos consumido en hacer determinada tarea en forma de plena absorción en ella.
Lo cierto, que cuando la persona está ocupada en una actividad que lo capta y lo retiene, como probablemente le habrá sucedido a usted- su atención trabaja sin esfuerzo, su cerebro se tranquiliza, en el sentido de que se produce una disminución de la excitación cortical
No olvide, que una concentración esforzada- alimentada por la preocupación, produce un aumento de la activación cortical. Pero la zona del estado de flujo y del desempeño óptimo parece ser un “estado de plena calma” en la función de la eficiencia cortical, con un gasto mínimo de energía mental. Desde luego, los movimientos bien practicados exigen muchos menos esfuerzos cerebrales que aquellos simplemente se aprenden, o aquellos que resultan demasiados difíciles. Trate de que su cerebro funcione en su punto óptimo, de eficiencia, como en el estado de fluencia, en donde existe una relación precisa entre las zonas activas y las exigencias de la tarea. En este estado, incluso el trabajo difícil puede resultar refrescante o reparador en lugar de agotador. Ahí puede usted aprovechar realizar todas aquellas labores y aprender a crecer en pro de su felicidad.
Aprendizaje para los jóvenes.
El psicólogo de Harvard, Howard Gardner, al respecto, desarrolló la teoría de las inteligencias múltiples, en donde considera el estado de fluencia y los estados positivos que lo caracterizan, como parte de la zona más saludable de enseñar a los jóvenes, motivándolos desde el interior más que amenazándolos u ofreciéndoles una recompensa.
Se le recomienda facilitar en sus hijos, en sus alumnos, en usted mismo, ese estado de fluencia. Con la finalidad de alcanzar resultados positivos. Gardner advierte, que hay que hacer el aprendizaje más placentero, y lo que se espera que cuando los jóvenes alcanzan el estado de fluencia, es que gracias al aprendizaje se sentirán estimulados a aceptar desafíos en nuevas áreas. Cultive su estado de fluencia, no lo descuide, transite en él, manéjelo adecuadamente y notará como tiene otra percepción de su vida. Fusionarse con una actividad, dejarse absorber por ella y gozarla plenamente, perdiendo incluso la noción del tiempo es una experiencia muy especial.
Sintetizando el estado de fluencia es una experiencia especial de relajada paz, centramiento en la tarea, olvido de todo, posibilidad de vivenciar el tiempo con cierta distorsión, despreocupación por el resultado. Es como hacer jugando, casi por el simple placer de hacer y aprender.
Habría que ver si tal experiencia la pueden hacer con más facilidad los niños mayores, más cercanos a lo lúdico y con menores preocupaciones mundanas. Esta sería una investigación a desarrollar. Que pasa cuando los adultos se desprender de su rol y juegan con un determinado objetivo, tal como si fuesen niños? Creo que se facilita la risa y la espontaneidad. Recuerde si ha tenido alguna experiencia parecida a las referidas en esta nota.

Investigaciones incluyen las bases neurobiológicas de la empatía, la simpatía, la ansiedad personal, la toma de perspectiva, la regulación emocional y el razonamiento moral implícito, en participantes sanos así como en personas con trastornos del la conducta social En una serie de estudios recientes de resonancia magnética funciona y magnetoencefalografía, Decety y sus colaboradores, han demostrado que cuando niños o adultos observan otras personas que padecen dolor, se activan los circuitos neuronales asociados a la experiencia en primera persona del dolor. Esta resonancia cerebral básica juega un rol crítico en las bases de la empatía y el razonamiento moral, que se basa en la capacidad de experienciar y compartir la angustia del otro. Estos resultados son importantes pues evidencian el rol del cerebro en la respuesta de dolor y pueden ayudarnos a comprender a niños que tienen trastornos de conducta disocial (ej., Trastorno antisocial de la personalidad y trastorno disocial) y que habitualmente tienen ausencia de la experiencia de culpa y, también ausencia de empatía. La investigación actual explora los mecanismos neuronales subyacentes a la función y disfunción de la empatía y su expresión en individuos con distintos grados de tendencias psicopáticas, incluidos psicópatas encarcelados. Para ello se han utilizado sofisticadas as que incluyen métodos de resonancia magnética estructural e imágenes de difusión; análisis de la mirada y pupilometría, medidas del sistema nervioso autónomo y respuestas conductuales.
Los zapatos del otro.
Por otra parte se ha observado, por ejemplo, que un determinado tipo de neuronas, las neuronas espejo, se activan solamente cuando el mismo acto que realiza un primate es efectuado por otro, que es observado por el primero. De forma análoga, en los humanos se activa la misma área cerebral en el curso de una emoción observando a otra persona en el mismo estado emocional.
Así pues, la empatía describe la capacidad intelectiva de una persona de vivenciar la manera en que siente otra persona; ulteriormente, eso puede llevar a una mejor comprensión de su comportamiento o de su forma de tomar decisiones. Es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Como tal es un sentimiento cuyo desarrollo requiere una cierta clase de inteligencia. Quienes padecen autismo, síndrome de Asperger o determinadas psicopatías ven muy mermada esta capacidad cognitiva; por el contrario, quienes ejercen un liderazgo de carácter altruista suelen estar caracterizados por el amplio desarrollo de esta capacidad. Los estudios demuestran que esta capacidad suele darse más a menudo en el género femenino de la especie humana, quizá por el hecho biológico de tener hijos y cuidarlos, aunque no es privativa del mismo.
Las personas con empatía son aquellas capaces de escuchar a los demás y entender sus problemas y motivaciones; por eso poseen normalmente alto reconocimiento social y popularidad Dado que se anticipan a las necesidades antes incluso de que sus acompañantes sean conscientes de ellas y saben identificar y aprovechar las oportunidades comunicativas que les ofrecen otras personas. Esta capacidad se extiende entre especies, permitiendo al sujeto empático una mejor interacción incluso con los animales; inversamente, algunos animales poseen también esta capacidad, como el delfín. Ciertos animales domésticos que han tenido un largo trato con el hombre, han desarrollado la función cerebral e interpersonal que es la empatía.
Nuevos estudios permiten suponer que existe una relación entre la imitación o simulación del comportamiento y la capacidad de empatizar; incluso en el mundo animal se investiga la capacidad de empatizar como un posible avance en la evolución, al posibilitar relaciones de cooperación o simbiosis. También es frecuente la empatía hacia animales e incluso seres vivos de otras especies.
En el uso común, es la actitud de estar completamente disponible para otra persona, omitiendo la parte de nuestras preocupaciones, sentimientos y pensamientos personales ajenos a ella, para ofrecerle nuestra plena atención. Se trata de ofrecer una relación de calidad, fundada en un escuchar no valorativo, en el cual concentramos la comprensión de los sentimientos y necesidades fundamentales del otro. En profesiones como el trabajo social, la medicina o la enseñanza, donde se requiere mucha empatía, el ejercicio continuado de la misma suele provocar su degradación, el cansancio o desgaste emocional, el síndrome del quemado o síndrome de burn-out. Por otra parte, existen los alexitímicos (personas incapaces de expresar los propios sentimientos y de percibir adecuadamente los de terceros) y los elementos antisociales o psicópatas, quienes guardan poca o ninguna consideración por los sentimientos ajenos y pueden más bien, en muchos casos, manipularlas en su propio beneficio.
La empatía denota, a un nivel de descripción fenomenológico, un sentido de similitud entre los sentimientos que uno experiencia y los expresados por otros, sin confundir la subjetividad propia con la ajena. La empatía permite rápida y automáticamente experienciar los estados emocionales de nuestros pares, lo cual es esencial para la regulación de la interacción social. En las teorías del desarrollo moral, la empatía es a menudo considerada una motivación fundamental en el desarrollo del altruismo y la inhibición de la agresión. Los déficits o la pérdida de la empatía son características prominentes de varias psicopatologías. Entre ellas las personalidades psicopáticas. El psicópata no sufre el dolor ajeno, o incluso goza con el mismo. No ha desarrollado, ni podrá desarrollar el vínculo empático. Por eso tiene incapacidad radical y primaria para amar.
La percepción del dolor de otras personas ha resultado de particular importancia para las investigaciones acerca de los mecanismos neuronales que subyacen a la empatía.
El dolor es una ventana a través de la cual se puede obtener una visión detallada de los mecanismos cognitivos y neurofisiológicos de la empatía y la simpatía. La percepción del dolor de otros constituye una forma ecológicamente válida de estudiar los mecanismos subyacentes a la empatía por dos motivos principales:
** Primero, la mayoría de los humanos saben que es el dolor- es una experiencia común y universal y conocen cuales son sus manifestaciones físicas y psicológicas;
** Segundo, hoy en día se dispone de mucha información acerca de las vías neurofisiológicas involucradas en el procesamiento de la información del dolor, y lo que siente una persona normal cuando ve (y comparte) el dolor ajeno.
Este co-sentir permite el mapeo ya la comprensión de las claves afectivas de los otros, con la propia conducta y experiencia del sí mismo. Se argumenta que dependiendo del grado de solapamiento de la “matriz de dolor”, y de las complejas interacciones entre los estados disposicionales, la motivación, la regulación contextual, y la autorregulación, se puede experienciar angustia personal (ej., motivación auto-dirigida) o empatía disposicional (ej., una respuesta orientada al cuidado o apoyo a los otros). La empatía, ese ponerse en los zapatos del otro, no sólo es comprensión social o interpersonal, es sentirse tocado por el compartir auténticamente lo que le pasa al otro.

Debemos estar atentos en el análisis de cómo alcanzamos nuestros resultados, de qué manera sabemos sacarle provecho al esfuerzo que realizamos en pro de aquello que nos proponemos alcanzar.Para mejorar en muchos aspectos decisivos, es necesario tener bien claro cómo consideramos ciertas cosas en la actualidad. Una perspectiva acerca de nuestra propia actitud actual es completamente relevante, cuando nos proponemos alcanzar una mejoría o aumento del rendimiento.Vale decir, que estamos plenamente identificados con la importancia de evaluar cómo estamos manejando nuestro esfuerzo, revisar de qué manera estamos logrando nuestros resultados.Se nos agrega, que es necesario definitivamente en pro de optimizar el esfuerzo adecuado a fin de que genere resultados positivos, el que definamos bien nuestras metas. Al respecto se nos indica, que una forma de aumentar el rendimiento, es establecer metas inteligentemente. Una meta inteligente nos permite visualizar obstáculos y oportunidades de tal manera que sepamos sortear unos y aprovechar las otras.Las metas no deben fijarse tan altas, en donde se sospeche que no la podemos alcanzar, ni tan por debajo de nuestras posibilidades, hay que estar 100 % seguro de que la lograremos.Las metas deben fijarse de manera que sepamos que es posible alcanzarlas y deben ser de tal forma que siempre estén por encima de nuestro rendimiento habitual. Esto plantea un único problema, que es el de definir bien el punto que es posible alcanzar aunque permanezca por encima de nuestro rendimiento habitual. Ese es el primer problema para nuestra inteligencia con relación a las metas.El otro problema, es la elección de los desafíos que valen la pena aceptar. Un desafío como el que decimos deberá ser algo que nos motorice hacia el aumento del rendimiento. Téngase presente, que tiene que existir siempre un incentivo para aceptar desafíos. Se nos sugiere llevar acabo autoevaluaciones que nos proporcionen información que hagan mejorar nuestro rendimiento. Al respecto, necesitamos recuperar autoconfianza, ya que nos vemos superados por las condiciones o circunstancias en las que nos hallamos. Esto no significa, que por el mero hecho de reconocer la necesidad, tengamos resuelto el punto. Debemos hacer algo más sustancial para volver a pararnos ante los desafíos que encararemos de manera realista y confiando plenamente en nosotros mismos.Hay una serie de recomendaciones que sintetizan los principios clave para optimizar nuestro rendimiento en cualquier área en que nos desempeñemos.
**Evitar negar la realidad: podemos caer en la tendencia a negar la realidad con más facilidad que en la de percibirla tal cual es. Negar es desinformarnos. Menos información es menos oportunidades.
**No planificar sin entrar en acción: demasiado análisis produce parálisis y demasiada planificación es peor aún que la acción sin planificación.
**Evitar actuar por motivaciones confusas: las motivaciones son más importantes que los logros. Esclarece todo propósito que te impulsa.
**No hacer esfuerzos sin planificar: piensa en el objetivo, los medios y la estrategia. La impulsividad origina derroches y pérdidas.
**Procurar adoptar valores propios: si no hemos clarificado bien nuestros motivos ni lo que el logro del objetivo significa para nosotros, funcionamos sin dirección propia y podemos llegar a boicotearnos con las contradicciones eventuales. Así ponemos en riesgo nuestro progreso o evolución.
**Evitar tener estimaciones de tiempo y expectativas poco realistas: toma perspectiva y observa a las cosas como parte de un proceso y no como acontecimientos aislados.
**Evitar el desperdicio de energías: quien mucho pretende abarcar, poco puede controlar. Procura hacer un trabajo excelente en objetivos elegidos sin derrochar energías en demasiados frentes.
**Evitar intentar siempre hacer todo solo: innumerables veces necesitamos la cooperación y la ayuda de otros. Aprende a pedir ayuda o colaboración cuando lo necesites.
**No tener miedo al fracaso: el miedo al fracaso es el verdadero origen del mismo. Y el miedo sólo se mantiene firme, sólo cuando el conocimiento está ausente; el temor retrocede ante el conocimiento. Para cambiar de ánimo, procura aumentar el conocimiento sobre la situación o el ítem.
**Siempre intentar enfocar la atención: los logros requieren de concentración. Mejora tu capacidad de ponerte en acción y permanecer enfocado cada vez por más tiempo.Por otra parte la psicobiología nos insiste en dormir bien, reducir el estrés y aportar a la dieta los suplementos vitamínicos necesarios para afrontar biológicamente el esfuerzo.

Los pasos para identificar los diálogos internos (pensamientos automáticos) y pensar correctamente se mencionan a continuación. Los diálogos internos son taquigráficos, breves, automáticos y tienen la característica de facilitar o inhibir la acción. Sujetos con la misma estructura de personalidad, comparten los mismos diálogos internos. Guían, a modo de autoinstrucciones la acción.
Hay que aprender a detectar los diálogos internos. Los pasos que sugiero son los siguientes. Detectar los diálogos internos. Son una comunicación privada, e intrapersonal. Personas con los mismos rasgos de personalidad los comparten. Pueden ser de dos grandes tipos; diálogos internos facilitadores de la acción (“seguí, va bien”). O inhibitorios de la acción (“cállate, estás metiendo la pata”).
Es decir son de naturaleza autoinstruccional, pues en alguna manera conducen la acción. Los diálogos internos pese a su brevedad, generan un estado emocional que distorsiona el propio pensamiento. El pensamiento propiamente dicho a diferencia de los diálogos internos es poseedor de un propósito, en más extenso y sigue las reglas de la lógica y de la estructura. Hay que aprender a saber en qué momento se gatilla un diálogo interno, y si se ajusta al contexto situacional en que se desarrollan los hechos. Es menester aclarar que como toda nueva práctica, su repetición la transformará en un hábito positivo.
1. Identifica tus pensamientos automáticos. El primer paso para poder cambiarlos es llegar a ser consciente de esos pensamientos automáticos preconscientes. Para ello puedes guiarte por tus emociones, de modo que cada vez que estás en una situación en la que te sientes mal, presta especial atención a lo siguiente:
*Lo que te dices a ti mismo. Cuanto más intensa sea la emoción más evidentes (y fáciles de detectar) serán los pensamientos automáticos.
*Las imágenes mentales. Si te imaginas, por ejemplo, en una situación humillante, es muy probable que sientas vergüenza.
*Cómo lo que te dices y lo que imaginas está influyendo en tus sentimientos y emociones.
*Cuando las emociones no son muy intensas resulta un poco más complicado detectar los pensamientos automáticos. En estos casos prueba a decirte diferentes cosas hasta que encuentres alguna frase que intensifique esos sentimientos. Con la práctica te irá resultando cada vez más fácil.
2. Identifica tus procesos mentales secundarios. Son otros pensamientos automáticos que siguen y son consecuencia de los primeros. Por ejemplo, alguien critica tu trabajo y tú lo interpretas como un ataque, de modo que tu pensamiento automático es "me ha insultado". Después aparecen otros pensamientos (procesos secundarios), como "me las va a pagar" o "bueno, tal vez no ha sido un insulto" o bien "tendré que mejorar para que no vuelva a pasar esto" o "es mejor no hacerle caso".
3. Identifica tus respuestas conductuales. Los pensamientos automáticos pueden llevarte a actuar de un modo otro. En el ejemplo anterior, tu comportamiento dependerá de lo que has pensado. Por ejemplo, puedes atacar verbalmente a quien te criticó; ponerte a trabajar más duro, no hacer nada en absoluto, etc.
4. Identifica tus "zonas sensibles". Se trata de aquellas cosas que te sacan de quicio y ante las cuales reaccionas con más intensidad que la mayoría de las personas. Son un indicio de que tu pensamiento constructivo es muy malo es esos casos y necesitas mejorarlo. Por ejemplo, puedes ser especialmente sensible al rechazo, al fracaso, a lo que otros piensen de ti, etc.
Identificar las consecuencias.
Normalmente, tus pensamientos destructivos serán seguidos por otros pensamientos que se derivan de los primeros. Por ejemplo, alguien te hace una crítica, la interpretas como un ataque y eso te lleva a pensar que deberías vengarte. Así, entre otras se pueden mencionar las siguientes respuestas:
*Pensamiento no realista. Se trata de un pensamiento inexacto. Suele darse cuando somos muy sensibles a un determinado tema y no se hace una evaluación objetiva de la realidad. Sin embargo, no todo pensamiento no realista es inadecuado. A veces es mejor darle a una persona el beneficio de la duda y ser optimista.
*Negación: negarte a aceptar como cierto aquello que no quieres creer. Por ejemplo, negar la existencia de una enfermedad grave.
*Auto-denigración: pensar que eres un fracasado, estúpido, sin valor, inadecuado, etc. Este pensamiento generalmente implica generalización excesiva, pensamiento categórico e hipótesis inverificables.
Comportamientos inadecuados.
Tras los pensamientos destructivos y las respuestas mentales secundarias, puede producirse una acción. En el ejemplo anterior, tras considerar la crítica un ataque y decidir vengarte, podrías atacar verbalmente a esa persona.
*Ataque. Significa intentar herir a alguien física o psicológicamente. A veces es un modo de protegerte, pero la mayoría de las veces es mejor ser asertivo y hacer valer tus derechos o exponer tus puntos de vista sin atacar.
*Expresiones emocionales descontroladas: expresar libremente tus emociones sin tener en cuenta las consecuencias. Los buenos pensadores constructivos muestran un mayor control sobre sus emociones, sin dejarse llevar por ellas ni reprimirlas.
*Autocastigo. Cuando te castigas a ti mismo por considerarte una persona inadecuada o estúpida.
*Dependencia. Buscar la ayuda y el consejo de otros en exceso o en situaciones en las que deberías apañártelas por ti mismo.
*Expresión emocional excesivamente controlada: control emocional excesivo que interfiere con tu espontaneidad e impide relaciones satisfactorias y que lleva a la evitación de los problemas más que a su solución.
*Independencia excesiva. Insistir en hacer las cosas por ti mismo cuando sería mejor hacerla con ayuda de otros. Ten en cuenta que a las personas que te quieren les gusta saber que cuentas con ellas y poder ayudarte de vez en cuando.
*Retirada. A veces está bien abandonar la lucha si no está dando ningún fruto, pero retirarse y no hacer nada puede perjudicarte en casos en los que podrías solucionar el problema si te implicaras y tomaras parte activa.